Image by Alice Nin, all the rights reserved |
Sentada, estaba sentada, pero no como un ser humano, no como uno de carne y hueso; era una muñeca de papel, blanca y negra, en conjunto con ese apartamento tan chic. Un apartamento sacado de una revista de decoración, negro y blanco, blanco y negro, daba igual, todo era armónico en el; desde el diván azabache de auténtica piel de becerro argentino, hasta el pulcro mármol de un baño con reminiscencias de la antigua roma.
Solo sus ojos rompían la armonía, como una nota chirriante que no acaba de encajar en la sublime obra del maestro, como una perla rayada en un exquisito collar. Intentaba esconderse detrás del suave perlé de su jersey, entre las rectas tablas de su falda, en los envolventes bucles de su pelo, ¡pero, ay! Nada servía, porque sus ojos ahí seguían. Se los hubiese arrancado con un tenedor de fina plata, pero mancharía las paredes de un rojo agranatado, intenso, violento; y no sería ella quién quebrase aún más la armonía del lugar.
Sus ojos hablaban de abandono, de olor a sentimientos muertos, de una melancolía que desaparecía por segundos entre las agujas del reloj. Todo se reducía a cafés italianos jamás servidos, a libros suicidados en negras estanterías, a maletas nunca hechas y mucho menos desechas, a palabras asesinadas por la soledad. Prohibiciones que no entendía bien pero que el destino se las impuso.
Y acurrucada en su pequeña esquina, seguía intentando borrar los sentimientos que bailaban en sus pupilas. Intentaba limar sus pasiones, pulirlas hasta convertirlas en asépticas piezas minimalistas que concordaran con el espacio. Sentimientos perfectos, de seda y porcelana, que no acababan de encajar en su imperfecto corazón. Pero, poco a poco, entre copas de Moët Chandon, lo iba consiguiendo; poco a poco sintetizaba en blanco y negro su corazón; poco a poco iba borrando la asimetría que suponía el amor.
Qué triste, qué delicado...igual que la foto.
ResponderEliminar:) Gracias, que tengas un buen fin de semana!
ResponderEliminar